"La tinta que el tiempo escribe se fue borrando de a poco; aunque su trazo oscurezca nunca se borra del todo" (J.A.Rey del Corral, "Parlapalabra")
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domingo, 28 de septiembre de 2014
jueves, 25 de septiembre de 2014
CIEN POEMAS...
Cien poemas…
... dedicado a Dorita Puig.
“Dejé escritos cien poemas
es decir,
cien formas de morir” (Elvira Sastre)
y morí cien veces
cada vez
y no aprendí nada
porque no hallé nada tampoco
ni un punto de luz
siquiera
al final del túnel…
Desde el principio
te dieron una leve luz
como de luciérnaga,
un ascua moribunda
como un embrión de luz
y la gestaste vanamente
como esperando,
intentando ser…
ser luz
humilde y dolorosa,
un leve resplandor apenas
temblando en el cuenco de la mano…
un tenue soplo puede matarla
o darle vida
danzando
de una mano a otra mano
sin cesar, candente
amenazada de muerte
atenazada de vida:
en cada inspiración
una bocanada
de oxígeno para quemar
en cada expiración una sentencia de muerte:
vida, muerte…
¡qué más da!
Mariano Ibeas 27/07/2014
... dedicado a Dorita Puig.
“Dejé escritos cien poemas
es decir,
cien formas de morir” (Elvira Sastre)
y morí cien veces
cada vez
y no aprendí nada
porque no hallé nada tampoco
ni un punto de luz
siquiera
al final del túnel…
Desde el principio
te dieron una leve luz
como de luciérnaga,
un ascua moribunda
como un embrión de luz
y la gestaste vanamente
como esperando,
intentando ser…
ser luz
humilde y dolorosa,
un leve resplandor apenas
temblando en el cuenco de la mano…
un tenue soplo puede matarla
o darle vida
danzando
de una mano a otra mano
sin cesar, candente
amenazada de muerte
atenazada de vida:
en cada inspiración
una bocanada
de oxígeno para quemar
en cada expiración una sentencia de muerte:
vida, muerte…
¡qué más da!
Mariano Ibeas 27/07/2014
viernes, 17 de enero de 2014
EL MOLINO INDIANO
El Molino Indiano…
Este ultimo término, como la huerta de La Olmera, tenía para
la familia un sentido particular. Mi familia había heredado dos o tres
edificios en ruinas; dos de ellos habían sido viejos molinos harineros
en el cauce del río Zorita. El primero frente a la era de trillar, el
segundo frente a la huerta de arriba que todavía conservaba la planta
baja, donde se guardaba al fresco la cosecha de patatas y el tercero,
era "el molino de abajo", y para la familia "El molino indiano", que
todavía funcionaba para moler el cereal y conseguir la harina de cebada o
centeno para pienso de los animales.
Efectivamente,
allí había un molino de harina, explotado por el concejo, nada que ver
por lo tanto con un “trapiche” o molino de caña de azúcar, un “ingenio”
de los que se encontraban en Cuba. A saber cuál era el origen de
semejante nombre. Teníamos cerca una finca. Todo el lindero estaba
plantado de ciruelos de variedades distintas que ofrecían generosos sus
frutos cada año y que tenían para mí un recuerdo en particular. Las
ciruelas eran responsables de algún dolor de tripa cada año, pero el
lugar, con un arroyo alrededor de la finca, estaba también plagado de
zarzas y de espinos y guarda para mí un suceso doloroso de recordar.
Yo
tenía siete u ocho años. Montaba a pelo en una yegua que para mí tamaño
de entonces era enorme y no debía soportar demasiado a gusto mi ligero
peso, el azuzar de mis talones y
mis golpes en la grupa con las riendas. Yo iba al trote y al pasar
junto a la finca, la yegua bajó la cabeza y las ramas bajas de los
ciruelos me barrieron literalmente del lomo de la bestia y yo caí entre
las zarzas, los espinos y de los endrinos que también allí crecían con
abundancia. Aún me duele el recordar el episodio y no sé todavía si
fueron lo peor los arañazos o me dolió más la humillación y la indignidad de la caída y la vergüenza.
Lecciones de cosas, una vez más.
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