2.- LA GRAMÁTICA
CASTELLANA
Yo tenía 9 ó 10 años; no era de los últimos y me aburría
soberanamente en clase. La maestra Doña
Prudencia les había dicho a mis padres
que, más allá de los 1400 problemas, no tenía mucho más que enseñarme,
que tendrían que pensar en irme preparando para el examen de Ingreso en algún
instituto o “convento”. Decían “convento”, porque era la única manera de
estudiar a un precio que los padres pudiesen pagar con el resultado de las
magras cosechas. Pero eso, el internado y el bachiller, eran palabras mayores y soñar despiertos.
Así que la maestra, para que no perdiese demasiado el
tiempo, un día sacó del armario un libro titulado “Gramática de la Lengua
española” de la Editorial Hernando, creo.
__ Estúdiate los verbos.
Yo empecé por los verbos, claro, y a voz en grito, que era
como se estudiaban entonces las tablas
de multiplicar y las conjugaciones de los verbos.
Pero al cabo de un momento, debió atacarme el aburrimiento o tal vez la
inspiración__ ¿quién sabe lo que pasa por la mente de un niño de 9 años?__,
cerré el libro y fijándome en la cubierta
y con determinación y a voz en grito comencé a conjugar de nuevo:
___” Yo gramatiqueo, tú gramatiqueas, él gramatiquea,
nosotros…”
Debió ser memorable,
porque sólo recuerdo en mi cabeza y sobre mis antebrazos que intentaban
protegerme, la mayor lluvia de palos que
recibí en mi vida…
Y gracias, sobre todo a la diligencia del marido de Doña
Prudencia, __“la vara de sauce o avellano que tenía en el
rincón repartía justicia a diestro y siniestro”__... “la letra con
sangre entra”, ”aprender en cabeza ajena” , etc. La sabiduría popular hecha
teoría y práctica... o sea, gramática parda.
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